La historia de Yandri: un antes y después del terremoto
Por Carlos Delgado
El terremoto del 16 de abril de 2016 en la costa
ecuatoriana causó muerte, dolor, necesidades y hambre. Pero también fue la
oportunidad de sacar provecho para Yandri, un niño de diez años de edad, quien
reside con sus abuelos, en una pequeña vivienda, construida con pedazos de
ladrillos, caña gadúa y otros elementos vetustos. La vivienda se ubica en la
mitad de poblado del cantón manabita Jaramijó.
En la casa de Yandri, por la pobreza en que viven
sus abuelos, semanas antes del terremoto, no había para las tres comidas
diarias, con las que se acostumbra en este poblado de 30 mil habitantes, donde
el 75 % de los jefes de familias se dedican a la pesca artesanal.
La situación que vive el menor después del
terremoto, se unió a la tristeza que le causó la muerte de su padre, hecho
registrado en un choque entre una moto lineal y una mototaxi, el 26 de marzo de
mismo año, cuando se celebraba el sábado de Gloria por la Semana Santa.
En ese accidente, su pequeño hermano, nacido en otro
matrimonio de su padre, resultó con heridas de gravedad, donde incluso una
exreina del cantón Manta, inició una campaña de ayuda solidaria en las redes
sociales, la que tuvo una gran acogida.
El día de terremoto de 7, 8 en la escala de Richter,
las paredes de la vetusta casa de sus abuelos, cayeron con facilidad, debido al
brusco movimiento que se originó. Sus abuelos quedaron debajo de los escombros,
mientras que los otros miembros de su familia, que sumados a él en total eran
cinco, trataron de ponerse a salvos para no ser alcanzados por los ladrillos,
zinc y madre que caían desde la casa donde estaban y desde otras casas
contiguas.
Ese día, las súplicas al cielo, eran la constante
entre los vecinos de Yandri. Él refiere que cuando sintió que la tierra
temblaba, sólo atinó a llorar, mientras que su abuela para que la tierra dejara
de temblar.
“Cuando se dio el terremoto, yo estaba por donde se
lavan platos, cerca de la cocina. Allí se cayó una pared y la otra quedó
blandita. Una de las paredes les cayó encima a mi mami Berna y mi papi Manuel
(así se refiere a su abuelos). Yo me puse a llorar porque pensé que nos íbamos
a morir todos”, contó.
A pesar de su corta edad, Yandri recuerda cada
detalle de lo sucedido esa noche, y afirma, que otra de las personas que estuvo
esa noche en la casa donde residían, fue su madre Jesica, quien al verlo
llorar, corrió a socorrerlo para evitar que fuera aplastado por los escombros
que caían.
Sus abuelos resultaron golpeados, pero no fue de
gravedad, mientras que en todo este poblado el número que dio el Comité de
Operaciones Emergentes (COE), fue de un fallecido y al menos 160 heridos.
Con el pasar de los días, y después que la noticia
sobre los daños ocasionados a las diferentes poblaciones de las provincias de
Manabí y Esmeraldas circulara, la ayuda de ciudades del país y de otros países
comenzó a llegar.
Hasta finales de mayo de 2016 cuando se hizo la
recopilación de datos, Yandri recordaba que había ido a muchas entregas de
donaciones, y que en total, había recibido 38 cartones o fundas grandes con raciones
alimenticias. Ante la interrogante de porqué asistía a pedir comida refirió.
“Yo fui porque quería que mi mami Berna cocinara
todos los días. Antes del terremoto, a veces sólo comíamos dos veces o una sola
vez, porque no había plata (dinero), para comprar comida”, menciona.
El pequeño, a pesar de su cortad edad, asimila que
con el terremoto, su familia fue beneficiada porque, la ayuda que llegó desde
diferentes partes del Ecuador y del mundo, les benefició para su alimentación
diaria.
La frase que utilizaba para solicitar la ayuda
Yandri era: “Una ayuda por favor, mire que se me murió mi papá y se me cayó mi
casita…”. Su padre, Leonardo Delgado, semanas antes al terremoto, falleció en
un accidente de tránsito en esta misma localidad de Manabí.
Por esta razón, lo que decía el infante cada vez que
iba a solicitar una ayuda, era solamente la verdad. “Ahora tenemos comida
guardada para comer. Antes no había en la casas… Si llegaran a reglar otra vez,
yo iría de nuevo”, afirma.
Su futuro y sus miedos
Sobre su futuro, Yandri menciona que cuando sea
grande, buscará trabajar para ayudar a sus padres para que tengan para la
comida. “Yo quiero ser cualquier cosa, porque sólo quiero trabajar para ayudar
para comprar comida. No quiero ir a la escuela porque si estudio se gasta y no
hay plata (dinero)”, menciona.
El pequeño asegura tenerle miedo a la muerte, al
terremoto y al tsunami. Quizás este tipo de pensamiento lo tiene por lo vivido
el 16 de abril de 2016, cuando se registró el terremoto de 7,8 grados en la escala
de Richter que afectó a las provincias de Manabí y Esmeraldas en Ecuador.
Sobre sus creencias religiosas señala creer en Dios,
pero asegura tenerle miedo al “diablo”, aunque afirma que no sabe cómo es, y
que sólo le han contado que tiene cachos y que viste de rojo.
Después de las semanas transcurridas, Yandri intenta
retomar las cosas que hacía con normalidad. Una de ellas es asistir a los
cibers, donde asegura puede jugar en las computadoras y ver las historias de
Dragon Ball Z, con su personaje Gokú.
(Elaborada en mayo de 2016)
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